Mi nombre es Ainhoa García y estudié Biología en la Universidad de Barcelona. Aunque mi campo era la zoología, acabé hace ya 17 años en el Laboratorio de Diabetes liderado por el Dr. Ramon Gomis como técnico licenciado. Allí descubrí que la ciencia de bata es tan fascinante como la de bota (así nos dividían entonces a los biólogos) y que, por suerte, me introduje en una carrera profesional donde hay que explorar cada día el camino, sin saber bien a dónde tus pasos te conducen por muchas hipótesis que te lleves en la mochila. ¡No hay tiempo para la rutina o el aburrimiento! Por eso me siento afortunada con un trabajo como este. Siempre he pensado que la investigación (científica o tecnológica) es casi como un arte, que necesita de creatividad constante. Donde unos escriben notas o dan pinceladas, nosotros vamos tejiendo un camino a veces de pequeños descubrimientos y eurekas y otras veces de grandes decepciones. Pero todos igualmente emocionantes.

Lo único que nos desmotiva en este camino es la financiación, tanto para los contratos del personal  como para el material con el que hemos de trabajar. Después de tantos años en este laboratorio he visto pasar decenas de personas que han tenido que abandonar la ciencia por falta de contratos o por cansancio de esperar una estabilidad que jamás ha llegado.

En mi caso, después de saltar de contrato en contrato de pequeños períodos, por suerte, estaba en el lugar correcto en el tiempo indicado y entré a formar parte de los contratos indefinidos CIBERDEM que consiguió Ramon en el 2008 para su grupo, intentando así estabilizarnos a los que pudo para que toda nuestra experiencia conseguida a lo largo de los años pudiera permanecer en el grupo y se concentrara para que pudiéramos mantenernos en primera línea en la lucha contra la diabetes.

Pero luego vino la crisis y estos contratos, dependientes del Estado, han ido menguando, cada vez somos menos y no estabilizan ya a casi nadie más. Para mantenerlos, hay que continuar en un alto nivel de producción científica y, como la paciencia es la madre de la ciencia, a veces no resulta tan fácil conseguir resultados en cortos periodos de tiempo que es lo que duran las financiaciones públicas. Es imposible promoción interna, hemos tenido el sueldo congelado durante años y la cuantía es ridícula comparada con profesionales del mismo nivel en otros campos del sector privado. 

Por eso inicié en el 2017 el doctorado en el grupo de la Dra. Rosa Gasa con su proyecto de reprogramación directa de células de piel humanas a células productoras de insulina.  Además de ser una de esas líneas del camino, a veces pedregoso, más emocionantes con las que he trabajado al estar tan cerca de la aplicación directa a los pacientes, también me permitirá tener algo más que llevarme conmigo en esta incerteza que nos da siempre la ciencia.

Tenemos presión, tenemos precariedad, tenemos a veces los días contados. Y aun así, seguimos muchos de nosotros porque creemos en serio en lo que hacemos y que en un futuro cercano podrá aplicarse, en este caso, a la cura de la diabetes.